«Señor: Dame una buena digestión y naturalmente alguna cosa que digerir. Dame la salud del cuerpo con el buen humor necesario para mantenerla. Dame un alma sana, Señor, que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro, de manera que frente al pecado no me escandalice, sino que sepa encontrar la forma de ponerle remedio. Dame un alma que no conozca el aburrimiento, los refunfuños, los suspiros y los lamentos y no permitas que me tome demasiado en serio esa cosa tan invasora que se llama "yo". Dame el sentido del humorismo, dame el don de saber reír de un chiste, a fin de que sepa traer un poco de alegría a la vida y hacer partícipes a los otros. Amén». Tomás Moro (1478-1535).
Señor, dame un poco de sol, un poco de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día y un poco de mantequilla.
Dame una buena digestión, Señor, y algo que digerir.
Dame un alma que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe excesivamente de esta cosa embarazosa a la que llamo «yo».
Señor, dame humor para que saque un poco de felicidad de esta vida y así ayude a los demás.
Dame una pizca de canción para mis labios y una poesía o una novela para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos sin ver en ellos una maldición.
Dame sentido común, pues lo necesito mucho.
Hazme, Señor, bueno, un alma desprendida, tranquila, apacible, caritativa, benévola, tierna, compasiva.
Que tenga en todas mis acciones, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Concédeme una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente; que no quiera nada contra tu voluntad, sino todas las cosas en función de ti.
Rodéame de tu amor y de tu favor. Amén.
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
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