4 de noviembre de 2007

El pecar se prefiere a la virtud

Si gobernar provincias y legiones

ambicioso pretendes, ¡oh Licinio!,

procura que el favor y el desatino

aseguren de infames tus acciones.



No merezca ninguno las prisiones

mejor que tú, pues cuanto más vecino

al suplicio te vieres, el destino

más te apresurará las elecciones.



Felices son, y ricos, los pecados:

ellos dan los palacios suntuosos,

llueven el oro, adquieren los estados.



Alábanse los hombres virtuosos,

más para los que viven alabados

quien los alaba elige los viciosos.



Francisco de Quevedo

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