Si gobernar provincias y legiones
ambicioso pretendes, ¡oh Licinio!,
procura que el favor y el desatino
aseguren de infames tus acciones.
No merezca ninguno las prisiones
mejor que tú, pues cuanto más vecino
al suplicio te vieres, el destino
más te apresurará las elecciones.
Felices son, y ricos, los pecados:
ellos dan los palacios suntuosos,
llueven el oro, adquieren los estados.
Alábanse los hombres virtuosos,
más para los que viven alabados
quien los alaba elige los viciosos.
Francisco de Quevedo
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
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