"Esta hora es de tu vida la postrera",
gritó una voz en sueños al impío;
empapado despierta en sudor frío,
erizada de horror la cabellera.
"¡No más un hora!", exclama, y la altanera
vista humilla con ciego desvarío;
¿Cómo alzarla podrá quien con desvío
a la virtud miró que en lo alto impera?
Oye cómo del tiempo van huyendo
las lejanas pisadas. Sordo al lloro
de la piedad, vacila y se confunde;
tiembla, suspira... y con dolor volviendo
la memoria al placer, la vista al oro,
toca a su fin y en el abismo se hunde.
José Joaquín de Pesado
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
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