4 de noviembre de 2007

A la primavera, después de la muerte de Filis

No basta que en su cueva se encadene

el uno y otro proceloso viento,

ni que Neptuno mande a su elemento

con el tridente azul que se serene,



ni que Amaltea el fértil campo llene

de fruta y flor, ni que con nuevo aliento

al eco den las aves dulce acento,

ni que el arroyo desatado suene.



En vano anuncias, verde Primavera,

tu vuelta, de los hombres deseada,

triunfante del invierno triste y frío.



Muerta Filis, el orbe nada espera

sino niebla espantosa, noche helada,

sombras y sustos como el pecho mío.



José de Cadalso

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