4 de noviembre de 2007

Los hoyuelos de Lesbia

Cruzaba el hijo de la cipria diosa

solo y sin venda la floresta umbría

cuando, al pie de un rosal, vio que dormía

al blando son del mar mi Lesbia hermosa;



y al ver pasmado que su faz graciosa

los reflejos del alba repetía,

tanto se deslumbró que no sabía

si aquella era mejilla o era rosa.



Alargó el dedo el niño entre las flores

y en ambos lados le aplicó a la bella,

formando dos hoyuelos seductores.



¡Ay, que al verla reír, la dulce huella

del dedo del amor mata de amores!

¡Feliz el que su boca estampe en ella!



Juan Nicasio Gallego

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