21 de enero de 2008

A una dama burlada

de José de Espronceda


Dueña de rubios cabellos,
Tan altiva,
Que creéis que basta el vellos
Para que un amante viva
Preso en ellos
El tiempo que vos queréis;
Si tanto ingenio tenéis
Que entretenéis tres galanes,
¿Cómo salieron mal hora,
Mi señora,
Tus afanes?

Pusiste gesto amoroso
Al primero;
Al segundo el rostro hermoso
Le volviste placentero,

Y con doloso
Sortilegio en tu prisión
Entró un tercer corazón;
Viste a tus pies tres galanes,
Y diste, al verlos rendidos,
Por cumplidos
Tus afanes.

¡De cuántas mañas usabas
Diligente!
Ya tu voz al viento dabas,
Ya mirabas dulcemente,
O ya hablabas
De amor, o dabas enojos;
Y en tus engañosos ojos
A un tiempo los tres galanes,
Sin saberlo tú, leían
Que mentían
Tus afanes.

Ellos de ti se burlaban;
Tú reías;
Ellos a ti te engañaban,
Y tú, mintiendo, creías
Que te amaban:
Decid, ¿quién aquí engañó?

¿Quién aquí ganó o perdió?
Sus deseos tus galanes
Al fin miraron cumplidos,
Tú, fallidos,
Tus afanes.

Espronceda

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