21 de enero de 2008

Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Glosa

Aquesta divina unión
del amor con quien yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo
y libre mi corazón;
mas causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay que larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay que vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Y si dulce es el amor,
no lo es la esperanza larga;
vivo muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
sino esperderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle
pues a Él solo es el que quiero,
que muero porque no muero.

Estando ausente de ti,
¿que vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lastima tengo de mí,
por ser mi mal tan entero,
que muero porque no muero.

El pez que del agua sale,
aún de alivio no carece;
a quien la muerte padece,
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero?
que muero porque no muero.

Cuando me empiezo a aliviar
viéndote en el sacramento,
se me hace más sentimiento
el no poderte gozar;
todo es para pensar
por no verte como quiero
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera
no se goza estando viva;
muerte, no me seas esquiva;
quíteme Dios esta carga,
más pesada que de acero,
que muero porque no muero.

Cuando me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
viendo que puedo perderte,
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero
que muero porque no muero.

Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que muero por verte,
y vivir sin ti no puedo,
que muero porque no muero.

Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
por tanto que detenida
por mis pecados está;
¡oh mi Dios! ¿Cuándo será
cuando te diga de vero
que muero porque no muero?




Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,*
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor; 5
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero. 10

Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión 15
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros 20
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga 25
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero, 30
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza. 35
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta; 40
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero. 45

Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva; 50
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti 55
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

Santa Teresa de Ávila (1515-1582)

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