21 de enero de 2008

VI - A un devoto

Dentro de un santo templo un hombre honrado
con grave devoción rezando estaba;
sus ojos hechos fuentes enviaba
mil suspiros del pecho apasionado.

Después que por gran rato hubo besado 5
las religiosas cuentas que llevaba,
con ella el buen hombre se tocaba
los ojos, boca, sienes y costado.

Creció la devoción, y pretendiendo
besar el suelo al fin, porque creía 10
que mayor humildad en esto encierra,

lugar pide a una vieja; ella volviendo,
el «salvo honor» le muestra, y le decía:
«Besar aquí, señor, que todo es tierra».

Diego Hurtado de Mendoza

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