¿En dónde estás, Señor, que tu presencia
no se muestra a la faz del descreído
que, sin temor a Ti, cual forajido,
despoja, viola y mata sin conciencia?...
¿Dónde están tu justicia y providencia
que no amparan al pobre, al oprimido,
y del rey, del magnate y del valido
consientes la feroz concupiscencia?...
¿No somos, ante Ti, todos hermanos?
Si lo somos, ¿por qué no ser iguales,
En la vida lo mismo que en la muerte?...
¡Mientras existan siervos y tiranos
y en la Tierra consientas tantos males,
no acabaré, Señor, de comprenderte!...
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
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