Verás. Fue una tarde de invierno. Llovía
sobre la cubierta del negro vapor.
Estaba en silencio la vasta bahía,
tenían las aguas grisáceo color.
Como era muy niño yo entonces, mi padre
a bordo del barco me fue a acompañar.
Allá, tierra adentro, quedaba mi madre;
mis buenas hermanas, mi infancia, mi hogar...
Rasgando los aires, su acento bravío
lanzó la potente sirena. Temblé.
Mi padre, besándome: "¡Adiós, hijo mío!",
me dijo muy quedo. Lloraba y se fue.
Después, agua y nubes; la chusma grosera
de a bordo que grita: miradas de extraños;
gaviotas que gimen con voz agorera...
y yo, ni una lágrima. ¡Tenía trece años!
Ángel Lázaro
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario