El concurso era extraño, más valía la pena.
Por la más gran mentira, ¡ochocientos millones!
Y todo admitidos. Ni trampas ni excepciones.
Ingenio encadenaba con dorada cadena,
Un millonario, harto tras de larga condena
que ni aliviar pudieron placeres ni almohadones
(pues premio es el hastío de grandees anbiciones),
acabó mala vida con una muerte buena.
Jamás, cierto, un testadi causó tanta impaciencia
Acudieron ¡a cientos! para alcanzar la herencia.
¿Quién mintiendo diría mejor "Abracadabra"?
De miles de cuartillas pergeñadas sin calma
una bastó a un ateo para vencer la palma.
¡Y en ella había escrito tan solo una palabra!
La cigüeña cambia de nido.
Hace 15 años
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